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15 -- Parásitos, compañeros de ruta . Síntomas

Si bien los mayores estudios se centran en los parásitos intestinales, se sabe que los parásitos invaden todo el cuerpo, incluso zonas consideradas “seguras” como el cerebro. Precisamente los parásitos allí se encuentran “seguros” por ser ámbitos donde no puede actuar la inmunología. Tampoco los parásitos discriminan edades o clases sociales; muchos siguen suponiendo erróneamente que los parásitos son cosas de chicos y que luego desaparecen solos, o que se los “pesca” la gente de bajos recursos o de zonas marginales. Todos los tenemos y los tendremos; la diferencia está dada por cantidades, especies y antigüedad de infestación.

MANIFESTACIONES DEL DAÑO

Las manifestaciones locales son aquellas que generan los parásitos en su lugar de permanencia. En este sentido podemos citar los problemas digestivos, tales como: mal aliento, apetito inestable, constipación, diarreas, gases, eructos, acidez, cólicos, distención o flatulencia, hemorroides, vómitos, cuadros apendiculares, vesiculares, diverticulares o litiásicos, sintomatologías ulcerosas, pancreatitis, gastroenteritis, náuseas, somnolencia, pesadez, reflujos, etc.

Es preciso comentar que las toxinas parasitarias provocan un bloqueo de la absorción de los alimentos a nivel de la mucosa intestinal. Esto provoca en muchos casos la delgadez de los parasitados y no porque el alimento sea ingerido por los bichos, como reza el mito popular. Esto explica también lo innecesario e ilógico de suplementarles vitaminas, minerales y estimulantes del apetito; de poco servirán si persiste el origen del problema. Para que una persona recupere peso, son necesarias dos cosas: que ingiera alimentos y que los absorba.

Las sintomatologías alternas y las reacciones digestivas cambiantes, responden siempre al estado de los parásitos. Tratando eficazmente la parasitosis, la persona vuelve a tolerar perfectamente todo tipo de alimento. Otro error es etiquetar al parasitado como una persona delgada; el flaco parasitado es el flaco "descompensado", pero si no lo está, puede tener cualquier peso e incluso ser un obeso.

Las manifestaciones a distancia son aquellas que se desarrollan lejos del lugar donde están alojados los parásitos y ocurren por acción de sus toxinas; es decir que no es necesaria la presencia del parásito, para que se desencadene la sintomatología. Con respecto a su magnitud, es fácil imaginar que dependerá del grado de parasitado y su antigüedad. Más añeja la parasitosis, más significativos serán los síntomas y más tiempo llevará su resolución.

A nivel diagnóstico, generalmente los análisis convencionales se centran en detectar parasitosis intestinal; pero muchas veces un resultado negativo (escobillado anal, materia fecal) genera una peligrosa tranquilidad en médico y paciente. Sucede que el contenido de la luz intestinal es muy cambiante, hecho que perjudica a ciertas parasitosis para realizar debidamente su ciclo biológico. Entonces perforan la mucosa intestinal por medio de enzimas y se colocan en la pared del intestino. Por tanto lo que se recoge en los análisis es lo que se halla en la luz intestinal; y ellos ya no se encuentran allí. Las parasitosis antiguas (8 a 10 años de instalación) son las que generan estas acciones atípicas y no aparecen en los análisis por hallarse enquistadas en la pared de la mucosa intestinal.

SIGNOS Y SÍNTOMAS DE PARASITOSIS

En general, una persona con parasitosis intestinal de antigua data, es una persona tensa, temperamental, con altibajos emotivos (a veces triste y otras, explosivo), que no se relaja (está siempre "enchufado") y es desmemoriado. Tiene el tubo digestivo inflamado, desde la boca hasta el ano. Después de comer se siente hinchado, distendido, con somnolencia, pesadez, modorra, gases, eructos, acidez, dolores de cabeza, etc. Suele tener los miembros inferiores cansados, hormigueos, adormecimientos, pies y manos frías, calambres (sobre todo nocturnos) y problemas de piel. En general es constipado o alterna con alguna diarrea explosiva. Exhibe intolerancias "discontinuas" a algunos alimentos, que lo desconciertan. Evidencia problemas de cuero cabelludo y uñas, vista irritada y en algunos casos problemas de agudeza visual, irritación de nariz, crisis de estornudos matinales, resfríos periódicos y alergias variadas. A veces presenta manifestaciones respiratorias y neurológicas. En general se despierta cansado, porque no tienen un reposo reparador: sufre pesadillas, da vueltas en la cama, patalea, grita, castañea los dientes, se orina en la cama, etc. Veamos estos aspectos en detalle, teniendo en cuenta que las personas en general presentan varios síntomas pero no necesariamente la totalidad.

Piel y cabello

El rostro es "desprolijo", con manchas, granos, acné, irritaciones oculares y otras lesiones. El color y el olor de la piel es característico, pues por allí se eliminan la mayor parte de las toxinas parasitarias. Podemos hallar asperezas, erupciones, máculas, pápulas, pústulas, manifestaciones psoriásicas, eccemas, acné, irritaciones, úlceras, uñas quebradizas, panadizos, dishidrosis (enquistamiento del sudor), caída del cabello, seborrea, caspa, cabellos con falta de vitalidad, cortajeados, quebradizos y desprolijos, irritaciones en torno a los orificios corporales.

Aparato respiratorio

Gran cantidad de pacientes con problemas de vías respiratorias, deambulan durante años por distintos consultorios, probando infinidad de tratamientos y técnicas sin ningún resultado. El caso de niños y adolescentes con anginas a repetición, sin tener una mejoría duradera pese a los tratamientos. La parasitosis intestinal desarrolla un cuadro de tipo alérgico que puede provocar la inflamación e infección posterior de las amígdalas. Es el mismo caso de las sinusitis crónicas que son tratadas específicamente y no evolucionan favorablemente; en muchos casos desparasitando al paciente, toda la sintomatología se revierte.

Cuando una parasitosis intestinal tiene una gran antigüedad y magnitud (dos hechos de relevancia) pueden dar sintomatología "de tipo asmático". En general estos casos son tratados durante años con todo el arsenal terapéutico (corticoides, vacunas, nebulizaciones, jarabes, etc) sin mejorar; y esto no sucede porque no son "asmáticos". El origen del problema está dado por su parasitosis intestinal; esto se confirma desparasitando, tras lo cual sobreviene la curación. Las bronquitis alérgicas suelen tener el mismo origen y tratamiento. La crisis de estornudos es otro síntoma por demás frecuente en el parasitado y en general no se le da importancia; es muy molesta y en muchos casos va asociada a picazón, secreción nasal y ocular.

Aparato circulatorio

En el sistema circulatorio central se manifiestan precordialgias (dolores delante del corazón), taquicardias, sensación de falta de aire, anginas, disneas cardiacas, etc. Estas manifestaciones pueden presentarse a causa de una elevación diafragmática, consecuencia de una parasitosis intestinal importante. En estos casos, los procesos de putrefacción y fermentación están muy incrementados, el volumen de los intestinos aumenta y esto genera presión hacia arriba, elevando el diafragma. Esto implica una reducción del área pulmonar; esto trae aparejado una disminución de la oxigenación de todo el organismo y sobre todo del sistema nervioso central, provocando somnolencia, fatiga, etc. También se genera un desplazamiento del corazón hacia adelante, acarreando una sintomatología que rememora una patología cardíaca. En estos casos, la desparasitación permite que el diafragma vuelva a su lugar, disolviendo este cuadro engañoso.

A nivel del sistema circulatorio periférico se pueden detectar calambres y caídas de presión, rebeldes a los tratamientos clásicos. Esto se debe a la histamina, sustancia secretada por los parásitos intestinales. La histamina es vasodilatadora, mecanismo que genera la caída de la tensión arterial. Esta baja de presión hace que los pacientes se sientan cansados, decaídos, con mareos y cefaleas. Los dolores de cabeza del parasitado se deben también a la acción histamínica. Cuando se dilatan los vasos craneanos, se comprimen estructuras vecinas y es entonces cuando aparecen las cefaleas y jaquecas. En general los pacientes toman fármacos vasoconstrictores, lo cual alivia inicialmente el dolor, pero el problema persiste y solo remite tras el desparasitado.

También pueden hallarse úlceras varicosas de antigua data, rebeldes a los tratamientos clásicos. Esto se debe a las toxinas parasitarias, que provocan esclerosis del "vaso nervorum", irrigación deficiente y por tanto carencias que impiden regenerar la zona ulcerada; tratada la parasitosis, la situación se revierte y cicatriza rápidamente. Las várices se hacen más notables; se nota más la vascularización por disminución de la oxigenación. Pueden aparecer sabañones y también aumento de las manchas ocres, purpúreas y pigmentarias.

Otra consecuencia de la parasitosis son las anemias, en general severas y de difícil tratamiento, ya que se producen por agotamiento medular. Cuando la pérdida de sangre es grande pero de poca duración, la médula ósea se activa y resuelve el problema. Pero si la pérdida es pequeña pero continua, como sucede en el organismo parasitado, se puede provocar un agotamiento del mecanismo y su reactivación suele ser dificultosa. También puede manifestarse leucocitosis (incremento de leucocitos en la sangre), con valores elevados que generan diagnóstico erróneo de leucemia.

Aparato ginecológico

Suelen encontrarse trastornos menstruales de todo tipo, siendo característico el agravamiento en el período premenstrual. Puede haber atrasos en la menarca (primera menstruación), algomenorreas (menstruaciones dolorosas), flujos crónicos (molestos y rebeldes a los tratamientos locales, pues la parasitosis intestinal genera una especie de "apuntalamiento microbiano", frigidez y esterilidad relativa. En muchos casos, la flora vaginal está totalmente alterada, al igual que su PH, debido a la contaminación parasitaria intestinal; entonces, cuando los espermatozoides ingresan al medio vaginal, se encuentran con un campo hostil que produce la muerte o atenuación de su capacidad de reproducción. Son innumerables los casos donde, tras el tratamiento de la parasitosis intestinal, se produce el embarazo. Muchas mujeres sufren reiterados tratamientos e intervenciones por Bartholinitis (frecuente proceso inflamatorio-infeccioso de glándulas vaginales que producen lubricación para favorecer el acto sexual, lo cual genera además dolor y molestias), infructuosos a causa de la contaminación con la flora patógena intestinal.

Sistema nervioso central

Se puede observar angustia, irritabilidad, insomnio, inestabilidad emotiva, desgano, depresión con intento de suicidio (algo común y recurrente en pacientes con parasitaciones de larga data). También es común la pérdida de memoria y capacidad de concentración; esto se debe a la aceleración del sistema nervioso central, por eso los olvidos y la dificultad para concentrarse. Al desparasitar, la persona se calma, empieza a recordar mejor y tiene un mejor rendimiento intelectual.

Son frecuentes los trastornos de conducta que pueden llegar a ser graves (el típico "Jaimito"). Asimismo se suelen advertir convulsiones “tipo epilépticas”; muchos niños, adolescentes y adultos son rotulados y tratados como epilépticos (electroencefalogramas, fármacos), deambulando por distintos consultorios sin resolver su problema, dado que no son epilépticos. Al tratar su parasitosis, dejan de manifestar esta sintomatología.

Aparato urinario

En este campo podemos encontrar enuresis (chicos que se orinan en la cama), prostatitis, cistitis a repetición, infecciones renales, poluciones nocturnas, hematurias (sangre en la orina), úlceras o lesiones en el glande, impotencia sexual e incontinencia urinaria.

Órganos de los sentidos

En este campo se suelen manifestar: alteración de la agudeza visual (pudiendo llegar a visión bulto e incluso a la ceguera), vicios de refracción, conjuntivitis, orzuelos a repetición, eccemas de oídos, otitis crónicas (supurantes o no), disminución de la audición, etc.

TESTIMONIOS SIGNIFICATIVOS

Si bien el sitio web www.fundacionrau.org.ar brinda muchas historias clínicas y casos significativos, reproducimos aquí un par de breves historias publicadas recientemente en medios masivos y que seguramente identificarán a mucha gente. Una de ellas pertenece a María Isabel Lang (54 años): “Me sentía hinchada, tenía pensamientos sombríos y pesadez en la cabeza. Los médicos no encontraban la causa del problema. Cuando por fin me recetaron pastillas desparasitantes, despedí algunos parásitos, pero el malestar continuó. Luego hice un tratamiento con hierbas amargas y ahí la cantidad que expulsé fue mayor. Despedía como semillitas, nidillos encapsulados y gran cantidad de larvas. Me empecé a sentir mejor anímicamente, con pensamientos más claros, a notar cambios en mi piel y en mi estado de salud en general”.

Otro testimonio interesante es el de Raquel Fernández (40 años), oriunda de Misiones. “Además de problemas de tiroides y osteoporosis, sentía las piernas hinchadas, altibajos anímicos, me brotaba por todo el cuerpo, estaba nerviosa y me sentía muy agotada. Finalmente realicé un tratamiento desparasitario. Sentí un dolor muy fuerte en el abdomen, hasta que empecé a expulsar. Pensaba que estaba largando pedazos de carne, pero no, eran parásitos redondos ya muertos. Después sentí mucho alivio en el cerebro, ya no me brotaba y dejé de tener esa pesadez en las piernas que no me permitía estar parada”.

Dr. Carlos Alberto Rau, presidente de la Fundación Parasitológica Argentina (www.fundacionrau.org.ar) y autor del libro “El inverosímil mundo de los parásitos”.

Extraído del libro “Cuerpo Saludable”-Nestor Palmetti