El Dr. Jean Seignalet fue doctor en medicina. Autor de más de 200 publicaciones en las principales revistas médicas en lengua inglesa y francesa, su actividad médica siempre estuvo relacionada con la química y la biología. Trabajó como médico inmunólogo en el hospital Saint-Eloi (Laboratorio de Inmunología) de Montpellier (Francia) y fue catedrático en
¿Que es lo que le ha llevado como médico, a dar tanta importancia a la alimentación?
J.S: Me he curado de una grave depresión nerviosa imponiéndome un régimen alimenticio que excluía los cereales y los productos lácteos, y que era rico en productos crudos. Al cabo de cinco meses, sentí que me volvía la calma y, algunas semanas más tarde, volví a dormir bien y a tener un funcionamiento cerebral normal. Entonces me di cuenta, después de muchos años, que sufría porque me alimentaba mal. La alimentación forma parte integral de la medicina y es algo más que el "menos sal para los hipertensos y menos azúcar para los diabéticos". Como soy por naturaleza curioso, y la mayor parte de las enfermedades tienen un origen misterioso, decidí experimentar con mis pacientes. He buscado comprender científicamente cómo una alimentación inadaptada podía acarrear una patología. Y cómo preparar un régimen eficaz y práctico para curarse. No tengo ninguna duda sobre este tema: la alimentación es a la vez preventiva y curativa.
¿Otras personas han explorado esta vía?
J.S: Desde los comienzos de la humanidad, nunca han faltado regímenes alimenticios. Pero pocos están basados en teorías científicas comprobadas. Entre todos estos regímenes, he seleccionado el de
¿Usted piensa que la alimentación interviene en la aparición del cáncer?
J.S: Dos de cada tres cánceres dependen de la alimentación. ¡Atención! Distingo los cánceres hereditarios de los cánceres adquiridos. Los primeros están relacionados con anomalías genéticas, tales como ciertos cánceres de mama o de colon. Por el contrario, los cánceres adquiridos (cerca del 95%), incluso si se han encontrado genes predispuestos, son esencialmente provocados por ciertos factores ambientales: la alimentación, el tabaco, el amianto o los virus en el caso del cáncer de cuello de útero, por ejemplo.
¿Cómo explica el papel de la alimentación en la aparición del cáncer?
J.S: La alimentación moderna actúa sobre un órgano clave, el intestino delgado, aportando moléculas que nuestras enzimas no pueden degradar. Grandes moléculas de origen alimenticio se acumulan en la luz digestiva (el interior del intestino). Se modifica entonces la flora bacteriana, que se convierte en una flora de putrefacción. Algunas bacterias, más o menos patógenas, son destruidas por las respuestas inmunitarias locales, liberando grandes moléculas de origen bacteriano. Todo esto agrede la mucosa del intestino delgado y puede hacerla demasiado permeable. Entonces, las grandes moléculas, alimenticias y bacterianas, atraviesan la barrera intestinal y entran en la sangre. Se depositan en diversos tejidos y atascan el organismo. Este atascamiento impide a las células sanas y al medio extracelular, ejercer sus efectos reguladores sobre las células en vías de cancerización. Por otro lado, el proceso puesto en marcha por el organismo para depurar el medio extracelular de las macromoléculas que estorban, genera radicales libres. En mi opinión, la intoxicación intracelular es la razón principal de la cancerización de las células. Algunas macromoléculas extranjeras molestan progresivamente, bloqueando el funcionamiento de diversos mecanismos y la acumulación de desechos rompe ciertos equilibrios fisiológicos. Estoy persuadido que este envenenamiento prolongado de la célula termina por acarrear alteraciones del ADN nuclear y provocar anomalías genéticas que conducen al cáncer.
¿Qué ha experimentado en sus pacientes con el régimen ancestral?
J.S: He realizado un estudio sobre 1000 personas que han seguido este régimen durante cuatro años. Todos están libres de cáncer o leucemia; habían tenido un cáncer, pero se les considera curados. He tenido en cuenta todos los cánceres (salvo los de la piel, esencialmente debidos al sol), y he incluido el cáncer de pulmón con la condición que el paciente haya cesado de fumar. He verificado el valor preventivo de la alimentación comparando sobre esta población, el número "esperado"y el número "real"de cánceres aparecidos a lo largo del régimen ancestral. El número esperado de canceres se situaba en 18,42, y el número real ha sido 1. Este único caso fue la recaída de un cáncer de mama, hormonodependiente, en el cual se cometió la equivocación de no darle el tratamiento antiestrogénico.
¿Qué se puede esperar del régimen ancestral en el tratamiento de cáncer?
J.S: El número de casos, tengo que precisarlo, es demasiado pequeño para permitir evaluar el papel curativo de este régimen sobre el cáncer. De lo que estoy seguro es que la dietética limpia las células que han quedado sanas, lo que les permite jugar un papel protector. Pero no cumplirá milagros en casos avanzados y muy extendidos. Además, la mayor parte de estos pacientes continúan sus tratamientos clásicos. He observado buenos resultados en un hombre con cáncer de próstata, que con el régimen ancestral ha visto bajar su tasa de PSA (antígeno prostático específico) de
Usted obtiene resultados interesantes y sin embargo sus colegas médicos no siempre creen en los beneficios de la alimentación.
J.S: Que no crean en esta teoría o incluso que les sea indiferente, puedo comprenderlo. Lo que me sorprende más, es que no quieran experimentarlo. Yo he cumplido con mi deber exponiendo mi teoría y no busco reconocimientos especiales. Yo trato gratuitamente a las personas, hago una docena de conferencias cada año para transmitir mis ideas a los médicos y al público en general.
Entrevista de Martine Laganier - www.medecines-douces.com
Publicado en Alternative Santé - L’Impatient (Francia)